martes, junio 24, 2008

ARITMETICA IMPERFECTA


ANTANAS DRAKE
(A veces me veo en la cara a un tipo buscado por algo horrible en otra parte)





Él había sido su mejor amigo desde la infancia, sólo para tenerla cerca y ella le había dicho, para evitar posibles equívocos, que ellos nunca podrían tener nada más que esa rara amistad que los había seguido desde el día que se vieron por primera vez en el jardín de infantes.
Pese a la advertencia de ella, él siempre se mantuvo a su lado viviendo juntos en el departamentito de los dos y sin disimulo se encargó de servirla como a su reina y de correrle los novios. Esto último lo hacía convenciéndola con argumentos urgentes de que el patán de turno era demasiado poca cosa para ella o simplemente cayéndole a trompadas a ellos. Y en todo el tiempo que estuvieron juntos (casi siempre apegaditos en el sofá, viendo el programa de TV favorito de ella, matándose de risa), ella le permitió correrle a los novios, no porque esté interesada en él, como ya se lo había aclarado cada que él intentaba hablarle de amor, sino por el extraño placer que sentía al oírlo tratar de convencerla de que los deje por ser ellos poca cosa o simplemente al verlo caerle a trompadas a los muchachitos primero, a los jóvenes después y luego a los hombres ya entrados en años. Claro que cuando llegaba la violencia entre machos por su causa, ella se indignaba, interrumpía las peleas y de dientes para afuera le gritaba a él en la cara que ya no se metiera en su vida, que la dejara en paz. Luego levantaba al pretendiente del piso con la boca florecida de dientes y sangre, le sacudía la mugre del hombro, le acomodaba el pelo y le decía que no volviera nunca más. Él sabía que lo que ella gritaba para separarlo en las peleas no lo decía en serio, y cada que la escena de violencia pasaba, cada que todos ya se habían ido, incluyendo a la Policía que llegaba a sofocar el escándalo (él se iba al mismo bar, a emborrachar su rabia), ella se encerraba en la sala del departamento compartido y se tiraba al sofá con la cara sonriente para sentir la inevitable cosquillita intensa y prolongada que le explotaba líquida y en mil pedazos justo ahí…

Y así se pasaron los años, hasta que a ella ya no la buscaron los pretendientes de ninguna edad y a él se le pasaron las ganas de masturbarse en el baño pensando en ella antes de que su olor (el de ella en el sofá) se desvaneciera en su nariz experta en cada una de las partes del cuerpo jamás tocado.

Y al fin de la historia de ese sentimiento indefinible, cuando sólo fueron dos ancianos sentados en el mismo sofá, mirando la misma TV sin entender lo que estaban viendo, cuando en ese ignorarse mutuo de cada día se fueron diluyendo uno de la memoria del otro como una fruta que se pudre en el suelo, entonces llegó el terrible momento en que ella no supo quién era él y él tampoco supo quién era él. Entonces ella por fin y sin ningún motivo ni maletas se fue del lado del hombre al que no había amado nunca en toda la vida (sí lo había amado, pero no con el cuerpo) y él se quedó ahí, aplastado en su cuerpo resquebrajado y blando, tratando de recordar por qué le gustaba tanto el olor de ese sofá, teniendo en los últimos días de su vida esa tremenda sensación de haber perdido algo, de haber tenido algo demasiado importante en el hueco vacío de su mano.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Lo que gusta:

La excelente caracterización del personaje fememino, cosas como "se tiraba al sofá con la cara sonriente para sentir la inevitable cosquillita intensa y prolongada que le explotaba líquida y en mil pedazos justo ahí"..son siempre agradables de leer.

También el asunto del olor, que se menciona en el medio y casi al final toma una importancia especial. En esos detalles se delata la genialidad del autor.

Algunas sugerencias:

Puedes evitar caer en lugares muy usados y cotidianos, en imágenes demasiado trilladas y gringos como "jardin de infantes" o "servirla como a su reina".

Y por último, hay algunas palabras que se repiten y que le quitan un poco la musicalidad y la armonía al relato, podrías revisarlo un poquito.

Este texto es difetente a todo lo que te había leído. Es como un buen trago de agua fresca.

Luna dijo...

LOS OLORES SIEMPRE SERAN UN TEMA DEL CUAL ESCRIBIR..
PERO MAS QUE ESCRIBIR..SENTIR...RECORDAR...

Los olores son la esencia de cada persona...

Si bien tu cuento no es del todo por el olor..
los olores son un tema que me apasiona...y en este comentario no puedo negarlo..

Es un cuento triste si..
sentados y solos...
sin esperar nada...o quizas si..
nada que hacer...nada que decir.. nada de nada..
hasta que uno se cansa...y como jamas se hizo nada..es mejor levantarse e irse..a buscar nuevas historias...por las cuales vivir.

=)

Mr. Cotton!! dijo...

wooow, pará loco! buena escritura!
voy a seguir leyendo tu blog, estuve viendo tu penultima entrada, pero ahora no tengo tiempo... de todas maneras suerte y seguí escribiendo está bueno che!
slds

Anónimo dijo...

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